Mirada involucrada
Es un hecho harto conocido de
cómo vivimos encerrados en una burbuja de intereses demasiados comprometidos
con una realidad que solo nos lleva a ver al árbol y despreciar por completo al
bosque y lo que rodea a este.
La cosa ya no pasa solo por si
levantamos los ojos del suelo y observamos lo que nos rodea, sino si tomamos
consciencia de lo que miramos realmente.
Y os daré un simple ejemplo.
En estas tardes de estío, más
de uno se sentará en una terracita al atardecer frente al mar y podrá tener la
única oportunidad anual de presenciar con tranquilidad una Luna casi llena que
estará a medio camino de llegar al cenit; sobre el tapiz de un cielo
celeste-rosado con un mar azul petróleo, su blanco resalta con nitidez dándonos
detalles de sus superficie. Se pueden ver delineados los grandes cráteres como
manchas grisáceas y el contorno redondeado del satélite.
Es la Luna, desde que nacimos
se nos ha enseñado que está allí, que rota y que circunvala nuestra Tierra; la
hemos visto en la películas invadida por seres horribles, explotada, con bases
militares, entrando en erupción, alterando su órbita y estrellándose contra la
Tierra. Conocemos de ella porque el ser humano ha pisado su suelo, ha caminado
y explorado algunas zonas, se ha especulado sobre bases extraterrestres y otras
conspiraciones fantásticas.
La Luna ha sido motivo de
románticas canciones y está ligada al amor en su primera fase de enamoramiento
poético previo a la cópula y matrimonio; y será cuando ella pasará a ser tema
de estudio de los párvulos que vendrán al mundo, por haberse unido carnalmente
bajo su influjo.
La Luna ha sido y lo es aún
preocupación mensual para el marinero de bajura por el estado de las mareas, y
para el agricultor de la vieja escuela por el crecimiento de sus plantíos.
También lo tienen en cuentas algunas parturientas por aquello de las 9 lunas
para el nacimiento, que debieron haber pasado (si pudieron hacerlo, claro) por
la “luna de miel” clásica y esperada.
Otros que le tienen en sus
números son los criminólogos, ya que dicen que en Luna llena es cuando más
fácil de vuelve apretar un gatillo o ensartar a alguien con una cuchillo y
provocar una muerte segura, por eso de la aparición de los “lunáticos”.
Y como un dato más al pasar,
sabemos que somos en un 65% compuestos de líquidos; la Luna en su posición de
llena influye sobre todo líquido en la Tierra con su atracción, por lo que ese
porcentaje también se ve afectado a cambios que provocan en nuestro organismo,
diversos efectos relacionados con el ánimo, el desarrollo de las enfermedades,
la actividad hormonal, etc.
Sin embargo todo esto no lo
vais a pensar mientras disfrutáis de la calma que ofrece la imagen que
describía antes, sentados frente al mar y mirando la Luna tomar su lugar de
preponderancia en el cielo, mientras los últimos rayos tardíos del sol se iban
definitivamente.
Tampoco vais a pensar que lo
que veis es una roca que está en el espacio a 402.000 kilómetros de la arena
que pisas en esos momentos; ni que se formó como parte de un choque entre dos
planetas dando a lugar a la Tierra, su satélite y el cinturón de asteroides.
Claro que no estará en tu
pensamiento que gracias a la posición de la Luna, la vida existe y el pescado
que comiste con verduras a la plancha maridado con un vino blanco muy frío, se
lo debes a que ella está en el lugar exacto para que la Tierra gire a un ritmo
de 365 rotaciones sobre su eje por cada evolución alrededor del Sol, lo que
hace que tu vida se divida en días, horas, minutos y segundos. Tiempo marcado
por ella para que nazcas, crezcas, evoluciones y mueras en tu justa medida.
Y eso no lo ves, solo la Luna
en el cielo que te ofrece un lindo cuadro en tu relajado estado; como el árbol
que está a la derecha.
De ese árbol no sabes nada, ni
su especie, ni cómo se reproduce, ni conoces sus flores, ni sus semillas y
mucho menos cómo son sus raíces. Tampoco sus necesidades hídricas, las
nutricionales, las ambientales, su contribución ecológica, su energía
vibracional y solo le ves y dices: - ¡Ah! Qué lindo árbol.- y no has reparado
que su sombra es o no beneficiosa, solo que queda lindo en la imagen que tienes
por delante, que es un “buen adorno” a tu necesidad estética.
Y esto es porque nuestra
“Capacidad de Asombro” está adormecida, oculta, dejada de lado y menospreciada.
Y sigues allí sentado ajeno a
todo, enfrascado en tu pequeña burbuja de percepción limitada; ¿qué dirías si
te contase que estás viajando a unos 1000 kilómetros por hora?, y solo porque
tu ubicación es el Mediterráneo, que si fuese en el Ecuador esta sería de 1.667
km/h.
Pues esa es la velocidad de
rotación de la Tierra y eso no es nada porque además viajas a unos 107.228 km/h
alrededor del Sol; y conjuntamente con él, dentro del Sistema Solar a 790.000
km/h que se aumenta a 900.000 km/h si vemos la que lleva la Galaxia.
Por lo que en realidad estás a
1.400.000 km/h y sin que te pille la Policía de Carretera por ir a exceso de
velocidad.
Aunque no es de asustarse, ya
que la velocidad de la luz es de 1.080.000.000 km/h por lo que tendrías que acelerar
771 veces más para alcanzarle.
¿Y cómo observas esto?
Porque lleva un proceso llegar
a tener consciencia de ello, por más que solo estés sentado cómodo en tu silla
de la terracita.
Del macro cosmos te llevaré a
tu interior, al micro cosmos y como decía Hermes Trismegisto en el Kybalión, “Como
es arriba es abajo” en la Ley de Correspondencia.
Tal vez lo conoces…o no, pero
tu existencia y tu yo interior reaccionan por medio de una compleja red electro-química
compuesta de neuronas y amino-hormonas que ayudadas por impulsos eléctricos te
llevan a tomar decisiones, recordar rostros, entablar una conversación, tener
una relación afectiva, liarte a puñetazos con un tío porque miro el culo a tu
hija y cosas por estilo.
Todo esto en tres cerebros…sí,
dije tres cerebros que tienes en tu organismo trabajando en unidad de criterio,
a saber:
Red neuronal cerebral o centro
de mando con algo más de 100.000.000.000 neuronas (cien mil millones)
Red neuronal cardíaca (en el
corazón) con alrededor de 40.000 neuronas que se implican en el ajuste de
emociones
Red neuronal del intestino
delgado (y no es broma) con algo así de unas 100.000.000 (cien millones) de
neuronas que tienen el agrado de producir algunas hormonas o neurotransmisores
como la serotonina, culpable de tu estado de bienestar controlando el sueño y
descanso; la dopamina que te indica cuando hallas placer en algo y cuando no; o
la norepinefrina que te jode con el miedo y el estrés entre otros cucos.
Me dirás qué haces con esta
información.
Pues te contaré que en la
medida que adquirimos conocimientos y nos involucramos en lo que observamos y
en aquello que está dentro de nuestro alcance, vamos ampliando la capacidad de
nuestra Mirada Involucrada.
De este modo comprendemos
mejor quienes somos y para que estamos viviendo. Ya nuestro paso por aquí no será un mero
caminar en el borde de la playa donde el mar borrará las huellas en la
siguiente ola, sino que habremos labrado una huella en la piedra dura, dejando
una marca indeleble para que los que nos siguen.
Al fin tener una Mirada
Involucrada es conseguir ver el bosque donde está el árbol, además del cielo,
los pájaros, el suelo, los animales, a uno mismo y comprender a cada uno de los
actores en sus distintos roles.
Y eso es estar vivo mental y
espiritualmente sin una burbuja que nos contenga y limite.
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