La metáfora de la gallina (microrrelato animal)



"Una gallina no se subirá dos veces a una estufa caliente"
Cuauhtémoc Molina Monroy, filósofo y escritor actual.

La gallina corrió por todo el espacio verde.
De un lado al otro, no descansó de picar la tierra y dar pasos cortos, arañando con sus patas cuanta hierba halló.
Círculos concéntricos, líneas retorcidas, bucles interminables, figuras de un desquiciado, todo hecho a mínimos saltos, sin agitar sus alas inservibles.
Una media circunferencia y se dirigió en una ruta ineludible hacía donde la miraba hacer.
Clavó su mirada en la mía: primero el ojo derecho, luego el izquierdo, optó por el derecho y fue profundizando en mi pupila, yo en la suya.
La mirada fija, sin parpadeo, el ojo seco de mirar adentro, nos metimos cada uno en el iris del otro-
Buscó mi parte animal, los caminos estaban cerrados.
Busqué su lado humano, solo un sueño de ello hallé.
Cloqueó suave sin perder el objetivo, fue un suspiro lamentando un ideal.
No supe responder a su reclamo emplumado, creí ver un futuro cercano.
Su oviducto se contrajo, el cloqueo disminuyó hasta ser solo un leve céfiro entre las hierbas.
Su ojo y el mío, se fundieron en uno solo; la unidad animal humano regresaba del pasado.
Sus tripas emitieron un aire quedo; tuve deseos de evacuar.
Dio por terminada su faena, dio media vuelta y siguió con su derrotero por el parque.
 Tuve una contractura, luego un agudo dolor de dos segundos y puse un huevo.
El gallo cantó su mattinata en do, alegre dando las buenas nuevas.
Corrí a construir un nido.

Desde allí les escribo.

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